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12 de abril de 2015

#23 Diez Bits

El perfeccionismo es muy peligroso, si tienes un fidelidad muy alta con la perfección puede ser fatal, porque realmente nunca harás nada. Arriesgarse ha comenzar algo es trágico, porque sacrificas lo perfecto e inmaculado que es en tu cabeza por lo que realmente es. Tengo mucho pensado, y mucho que desarollar. Espero que me ayudéis ha abrirme camino. Y me veáis crecer.

(Pincha en el nombre para calcular la fecha de tu muerte)

2 de noviembre de 2014

#21 Chino para llevar.

Habíamos pedido chino para casa. Llamé al chino de toda la vida, con ese panfleto amarillento que tenemos todos en la casa desactualizado que tiene el precio del rollito de primavera como a 25 pesetas. Llevo tanto tiempo pidiendo en ese restaurante, que solo pido la comida, ni hace falta que diga quién soy, ni que digo a dónde me lo tienen que traer, os lo prometo. De hecho, me imagino lo que hacen en el otro extremo del teléfono cada vez que llamo,mi voz de barítono resonando mecánicamente los mismos platos con la voz plana una y otra vez, en el mismo orden, me imagino a la dueña del restaurante, llamando con gestos algún camarero, mientras se abre los ojos como platos con los dedos en pinza, imitandome como haciendo un playback racial inverso. Bueno, acabo pidiendo que me traigan soja, porque para ese restaurante es como la sangre de dodo y advierto que voy a pagar con un billete de 50 euros, porque es con la clase de calderilla con la que suelo realizar la mayoría de mis transacciones y cuelgo.

Tras una angustiosa hora de espera, y tras los primeros signos de disentería en mi organismo, suena el timbre de la puerta. La mayor tormenta dialéctica conocida por la historias de las comidas basura aguardaba. Abró la puerta, un repartidor chino inclina la cabeza, y con una amplia sonrisa me entrega dos bolsas repletas de delicias chinas, a esa altura, babeo más que mi cachorro de pastor alemán, el cual estoy agarrando por el collar para que no convierta en confeti la bolsa del pan de gambas. Cuando le entregó el billete de 50 euros, aquel repartidor abre los ojos más que cuando a mi cachorro le sacas una salchicha frankfurt del plástico del envase, se le veía confundido. Como fuera de su elemento. Así que el chino decide improvisar y volviendo a inclinar la cabeza y con una sonrisa menos amplia, me da un cambio como si le hubiese dado 20 euros en lugar de los 50 que en realidad le había dado. Cuando se envalentona para marcharse todavía titubeante, le paró, le detengo con la mano en alto y la palma extendida como cuando paraban los tanques de Tian’anmen. Le digo que no me ha dado bien el cambio, y me mira confundido, entiendo que si tuviese que hablar yo en cantones lo tendría también crudo y me saco la calculadora del móvil, le enseño el número del billete que marca 50, y marco el precio del menú 24.75,señalando también el ticket, y restando la calculadora del móvil marca  la bonita cifra de 25.25. Le señalo la cifra, y me asiente con la cabeza, benditas matemáticas lenguaje universal. Saca su cartera. y me da un total de 20 con 25. Ahora el que le miro extrañado soy yo, le digo que le faltan 5 euros, y no me entiende. Vuelvo a sacar el móvil, hago otra resta y el repartidor se ofende gravisimamente conmigo, y en ingles me dice “ I KNOW, I KNOW”, y me aturde, no me esperaba no enterdernos en tres idiomas, que espera que haga yo, vuelve a buscar en su cartera pero ahora visiblemente más molesto, como si el velcro estuviese más fuertemente pegado, con más aspavientos, o como si yo me hubiese ofuscado de alguna manera,en que me devolviesen la cantidad de dinero justa.

Para mayor dramatismo me enseña el único billete de su cartera, justificándose con un billete chino con la cifra de 20.000, como diciéndome, no eres el único que tiene billetacos amigo. Y me dice que esperé, mientras llama a la dueña por su movil y hablan acaloradamente en mandarín sobre la clase de grotesco gilipollas que soy, tras esto se marcha y como me mira con odio le cierro la puerta y me voy a pagar al chino ya que esta a la vuelta de la esquina. A la dueña se me escapa sin acritud un "que el chino no se entera de nada" y me soprendo a mi mismo vocalizando semejante vocabulario racista, me siento un poco oficial de las SS pero cuando vuelvo a casa no me han traído soja.



12 de octubre de 2014

#20 Hazte con todos.

Quedaros con la tostada, imaginaros que estáis tomando una cerveza en una terraza de un bar, y estáis contemplativos, oculto bajo las hojas, decidís convertiros en un samurai moderno. La vida contemporánea es demasiado relajada para vuestro código moral. Queréis realizaros un moderno seppuku, tú no eres como los mercaderes gordos, hinchados de orgullo de las calles de Osaka. Tú no eres un cobarde. Tú eres un hombre de acción. Así sin más al acabarte la cerveza de un trago, placas a un policía local que paseaba por allí, y tras quitarle la pistola te encañonas el modulo temporal de tu cráneo. Miras a la terraza porque te quieres quitar la vida, para dar ánimos al populacho. Ser un referente, el espejo de foráneos. Quieres gritar "Podemos", pero te amariconas, la gente te mira circunspecta y te sale un entrecortado "Pokemon" luego te pegas el tiro de pura vergüenza. La gente mira sus smartphones.


1 de octubre de 2014

#19 Respondo a vuestras preguntas

Bueno tras millones de emails, miles de llamadas y cientos de cartas, voy a recopilar las preguntas más frecuentes que me hacéis sobre mi vida personal, ha sido difícil escoger entre tantas preguntas, he tenido a mis becarios sin vida social muchos findes para que me organizasen la marabunta de información que he recibido, ha sido difícil no incluir algunas,ya que muchas que he descartado también se merecían estar aquí. Gracias de corazón por vuestro apoyo, con semejante feedback se me hace muy fácil continuar este ritmo tan continuado de entradas con el blog. Espero que os guste las selección.

1. ¿No has acabado todavía la carrera? Carlos Martinez (Ponferrada).

Esta es todo un clásico. El Madrid - Barcelona de las preguntas incomodas. Si está pregunta fuese una canción de verbena sería fiesta pagana de Mago de Oz, porque me la preguntan todas las malditas veces. No, todavía no he acabado la carrera, y sí, llevo muchos años, cuando me matriculé el primer año Manuel Azaña se acaba de proclamar presidente del gobierno. La ingeniería es un amante exigente, a parte, he tenido más problemas extracurriculares que Harry Potter en Hogwarts. Muchos que me hacéis está maldita pregunta y cursáis, estudios idénticos o parecidos, os sentis con cierta superioridad moral al hacerme esta pregunta, os lo veo en el brillo de los ojos, pero la verdad es que estáis a sesenta putas millas de meteros en el lodazal que me ha metido a mi el destino en los último par de años. Pero no os guardo rencor, muchos os hubieseis arrugado como una botella de plástico al lado de una hoguera si hubieseis estado en mis zapatos. Ergo os absolvo.

¿Qué me queda de carrera? pues podría acabar este año, pero no lo haré. Llevo trabajando un año con un contrato de prácticas y quiero alargarlo todavía más. Si todo va bien mi maqueavélico plan es acabar la carrera el año que viene haciendo el proyecto fuera. Os iré informando de mis vicisitudes académicas.

2. ¿Por qué estás tan gordo? Mireia Ortiz (Torrelavega)

Bueno esta pregunta arrastra mucho lastre y no solo es un burdo juego de palabras, el bagaje emocional es grande. Mi padre tuvo cáncer durante alrededor cinco años y falleció hace uno. Mi padre era un héroe. El año de duelo siguiente no ha sido ni mucho menos, paseos en barca y felaciones en la playa. Estoy todavía oculto bajo las hojas, pero creo que ya por fin me estoy reponiendo mentalmente. Lo que ocurre es que yo soy lo que se conoce como un stress eater, por tanto cuando algo huele a podrido en Dinamarca, domo al dragón comiendo. Estoy bastante contento con el tipo que hay al otro lado del espejo, pero sé que esta versión mia va a ser una etapa que se está estirando un poco más de lo que pensaba.

Por tanto, si he cogido bastante peso desde entonces, e históricamente siempre he sido el tipo de tio más ancho de lo normal. Gracias Mireia por tu pregunta, trabajaremos en el mens sana in corpore sana en futuras ediciones de faqs.

3. ¿Por qué tienes el genio tan corto, no tienes otra marcha emocional más? Sebastian Granero (Canarias).

La respuesta es sí, tengo otra marcha más, lo que pasa es que todavía es más corta. Tengo un temporamento fuerte, no lo puedo negar. Pero no es un temperamento perecedero. Es más un flashazo de luz más que una gran explosión. Soy un ser "rabiólico". Estoy tratándome ya no soy tan "enfadica" como antes, ya no soy un torbellino de colores.

4. ¿Porque no tienes nunca novia estable, eres acaso marica?  Armando Segura (Mostoles)

Bueno la química es una vieja retorcida que le gusta de inquietarme. De momento no soy homosexual, pero creo que una vida libertina en ambos bandos me ahorraría muchos quebraderos de cabeza. Si hubiese una vacuna para curar la heterosexualidad, me lanzaría a ella como mi perro se lanza a las frankfurts de un euro de mercadona. Aunque la presunción de que en lado homosexual no existe problemas de química es una opinión infundada de lo más homofoba, Armando.

Con las mujeres que se han cruzado en mi camino o no he estado yo a la altura, o ellas no han estado a la mía. Simple y llanamente, no estoy cerrado al amor porque soy lo que se llama un romantico empedernido. Seguro que hay alguna por ahí que también disfruta malgastando su tiempo en la red.


PD: Nos vemos el próximo Miércoles a las 10:30, responderé en vivo a nuevas preguntas.

27 de septiembre de 2014

#18 Aventuras Cánidas.

He adoptado a un cachorro, y es de lejos, la mejor decisión que he tomado en mi vida. Estoy tan contento con la decisión que he tomado, que estoy casi seguro de que por puro orgullo, me va salir un segundo pene en un codo. 


El perro en cuestión es un cruce entre pastor alemán y labrador, y desde el minuto uno, desde que agarré a esa mierda peluda entre mis musculosos brazos, supe que me iba arrebatar el corazón. Muchas son las preguntas por formular en este arduo camino de adiestramiento: ¿Cómo en estas latitudes me puedo identificar a mi mismo como #perriber? ¿Cómo puede un cachorro de tres meses dejar semejantes deposiciones? Estoy casi convencido que si dejo una de sus monumentales heces en un parque, la policía local de mi ciudad se creerá que hay un oso pardo suelto por el municipio. Os dejo con un soneto que vi en internet, y voy a modificarlo a esta entrada porque me ha causado sensación.

"Soy un perro literato,/ Soy muy cute, puta,/ pero te mato."

20 de abril de 2014

#17 Paraíso Etílico.

Antes de llegar al metro para irme a trabajar en este glorioso domingo pascuero, un hombre que claramente, iba demasiado ciego como para poder gesticular correctamente, me ha preguntado si "el chino de la esquina estaba abierto ya". La pregunta en si misma, ya era lo suficientemente estúpida como para ni siquiera contestar,  estaba con los cascos puestos y con sólo apartar la mirada podría haber evitado aquel ebrio señor, que para convertirse en una tarta de whisky solo le hacía falta una tarta.

Era de las primeras veces que me veía a este lado de la barra, normalmente soy yo el que gesticula inconexo, la verdad es que ese hombre me había conmovido. Aquel hombre en mi ojos no eran ya un terrible infraser, aquel hombre era un caballero español, espejo de foráneos. Aquel ciego hijo de perra me ha tenido que repetir dos veces aquella bendita frase, porque la primera tenía música puesta. Era como jugar a los trabalenguas con un niño tartamudo. Tenía a ese hombre a mi merced, su mirada no acertaba a comprender lo que ocurría exactamente en su alrededor. Aquel hombre me miraba con ojos de cordero degollado. Aquel hombre ya estaba vendido. Le dije que aquel lugar ya no lo llevaban unos chinos, pero que estaba cerrado. Aquello le había golpeado como un mazo. No se si se entristeció por las primeras pinceladas de un posible debacle comercial chino, o porque no pudo hacerse su penúltima copa. Porque es siempre la penúltima. Se fue arrastrándose calle abajo y se lo trago la niebla.


28 de marzo de 2014

#16 Enemigos de la casuística

Acababa de entrar en el mercadona con mi señora madre, cuando vimos a un conocido y nos paramos para entablar una agradable conversación. Todo hubiese sido miel sobre hojuelas de no ser porque, justo en ese instante, una octogenaria a lo Mad Max me arrolló con su carrito de compra. Y no es que me rozase el talón con esa barra de goma que llevan los carritos en las ruedas como parachoques, os juro que aquella señora se las ingenio para que las ruedas del carrito derraparan en mis gemelos.

Miré a la mujer con horror, todavía sintiendo las ruedas de aquel carrito girando en mis pantorillas. A lo que la mujer exclamo un "Uy" y se encogió de hombros, como si estuviese en un concurso de mimos, alejándose de mi con la misma sonrisa exculpatoria que pones cuando, si vas andando por la calle y te cruza con un desconocido, y intentáis esquivaros porque andáis en sentidos opuestos, los dos tiráis por el mismo lado en la acera.  Como que si su carrito derrapando en mi médula fuese fruto de la casuística. Fruto de un azar del destino, en el cual solo me podía resignar, como si aquella mujer no pudiese haber hecho otra cosa que acelerar aquellas ruedas de goma a la entrada del supermercado hasta que saliesen humo de la fricción y sólo de alguna manera hubiese podido contra su voluntad, utilizar mis peludos gemelos como zapatas de freno. Yo le sonreí de vuelta.